Puertas Abiertas / Open Doors

Fue a través del CHET que descubrí mi llamado para el ministerio.

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Cuando yo era niña asistía a la escuela Bíblica de vacaciones en Chihuahua, México, y el momento que más me gustaba del día era cuando escuchaba las historias de misioneros que servían a Dios en diferentes partes del mundo. Me sorprendía saber que algunas personas decidían dejarlo todo para ir a servir a otros que no conocían el amor de Dios.

Fue así como comencé a sentir el  llamado a servir a Dios como misionera. Fui a hablar con mi pastor para comunicarle que quería ir al seminario, pero él me dijo que el seminario no era para mujeres, así que necesitaba buscar algo diferente. Sin embargo decidí pedirle a Dios que me ayudará y esta fue mi oración: “Señor, si realmente me llamas a servirte, tendrás que abrir puertas y mostrarme lo que yo ahora no puedo ver”.

Nunca imaginé que Dios me traería a este país para seguir mi llamado y mi sueño. Solicité una visa de estudiante para los Estados Unidos y Dios milagrosamente abrió las puertas y me concedió la oportunidad de iniciar mis estudios aquí.

Siendo estudiante conocí a Javier, quien ahora es mi esposo. La primera vez que oímos hablar del CHET fue en un periódico cristiano. Javier buscó y agendó una cita con el Dr. Jorge Taylor, quien fue el primer presidente de CHET. El Dr. Taylor nos comentó que a través de los estudios en el CHET tanto mujeres como hombres se han preparado para el ministerio vocacional. Nos invitó a comenzar nuestros estudios allí y a participar en la vida de la iglesia, en la Primera Iglesia del Pacto en Bell Gardens, California.

Nos hicimos miembros de la iglesia y juntos nos graduamos del CHET en 1994. Yo tenía 24 años y Javier tenía 26, estábamos listos para empezar nuestro ministerio como pastores en una iglesia, pero aún así sabíamos que éramos muy jóvenes. Entonces servimos en la congregación durante algunos años antes de decidir trabajar en misiones de corto plazo para adquirir experiencia. Inicialmente queríamos regresar a México, pero no pudimos recaudar los fondos suficientes. A través de una conexión con CIPE (Confraternidad de Iglesias del Pacto) y Nancy Reed, quien en ese momento lideraba misiones en América Latina para el Pacto, fuimos a Argentina a plantar una nueva iglesia.

Después de tres años de estar allí, el Dr. Jorge Maldonado, quien era el nuevo presidente de CHET, nos invitó a continuar con nuestros estudios en el Seminario Teológico de North Park. Al completar nuestros estudios, fuimos invitados a Monticello, Minnesota, para trabajar con una nueva iglesia de habla hispana.

Llevábamos siete años en Minnesota cuando llamaron a mi esposo a ser pastor asociado de la Iglesia Turlock Covenant en California. Nos sorprendió que nos invitaran a una iglesia de habla inglesa. Siempre pensamos que nuestro ministerio iba a ser en español, pero estando en California Dios me llamó para servirle en algo nuevo. Comencé a servir como capellana residente en el Hospital Emanuel y tuve la oportunidad de aprender bajo la supervisión del Rev. Robert Johnson. Fue una experiencia que me encantó porque ¡había encontrado mi lugar! En nuestros ministerios anteriores, yo seguía principalmente el llamado de mi esposo. Cuando finalmente encontré la capellanía, supe que esto era lo que quería  hacer. Completé los créditos requeridos para la Educación Pastoral Clínica (CPE) y comencé a trabajar como capellana de cuidados paliativos en Covenant Care Hospice bajo la dirección de Covenant Retirement Communities (ahora Covenant Living Communities and Services). Como capellana de cuidados paliativos, fui ordenada por la Iglesia del Pacto Evangélico.

Me ha encantado trabajar con personas mayores. Tienen mucho que enseñarnos. En México respetamos a nuestros mayores porque son personas con mucha sabiduría. En este ministerio, he podido acompañar a muchas personas a través de diferentes etapas de la vida y brindarles apoyo a ellos y a sus familias hasta el final de sus vidas.

Hace unos meses, me convertí en capellana asociada de Covenant Living en Holmstad, en Batavia, Illinois. Es una bendición trabajar con la Rev. Mary Miller, quien es la capellana principal allí. Cuando era capellana de cuidados paliativos, no predicaba mucho y aquí tenemos capilla todos los domingos. Cuando me siento insegura por mi acento, ella me reafirma diciendo: “Connie, tú eres tú. Haz lo que estás llamada a hacer”.

Sirviendo en este ministerio he podido ver cómo Dios ha guiado mis pasos a lo largo del camino. Dios ha abierto puertas dando paso a este hermoso ministerio de servicio. Sé que no estoy aquí por casualidad sino por decisión de Dios. Y es gracias a CHET que he llegado hasta aquí, con el deseo de cumplir el propósito especial de Dios para esta generación.

Más sobre CHET

El Centro Hispano de Estudios Teológicos (CHET), es la escuela del Pacto dedicada a la formación ministerial de estudiantes y líderes latinos. Fundada en 1989 con 14 estudiantes, CHET ha formado a más de 8.000 estudiantes. En promedio, el 50 por ciento son mujeres. Los estudiantes representan por lo menos a 17 países latinoamericanos, casi el mismo número de denominaciones e iglesias independientes representadas. Más del 90 por ciento de los estudiantes son líderes en sus iglesias locales y ya participan en el ministerio. Los graduados de CHET sirven en una amplia variedad de llamamientos, incluyendo la plantación de iglesias en todo el Pacto, el pastoreo, liderazgo, cuidado de congregaciones de habla hispana y sirviendo en diferentes cargos en el liderazgo denominacional.

Desde sus inicios, el ministerio de CHET entre los pueblos de habla hispana en los EE.UU. ha crecido significativamente en el Pacto. De una pequeña cantidad de congregaciones al momento de su inicio, ahora hay 76 congregaciones de la Iglesia del Pacto Evangélico de habla hispana.

Para obtener más información sobre CHET, visite chet.org.

How CHET helped me find my path to ministry.

When I was a child attending vacation Bible school in Chihuahua, Mexico, my favorite part of the day was listening to the stories of missionaries serving God in different parts of the world. I was amazed to learn that some people decided to leave everything behind to serve others who did not know of God’s love.

That is how I began to feel my own call to serve God as a missionary. I went to my pastor to let him know that I wanted to go to seminary, but he said seminary is not for women so I needed to find something else to do. I prayed, “Okay God, if you really are calling me to serve you, you are going to have to open doors where I cannot see them.”

I never imagined that God would bring me to this country to follow my calling and my dream. I applied for a student visa in the United States, and God miraculously opened the doors and provided for my studies here.

As a student, I met Javier, who is now my husband. We first heard about Centro Hispano de Estudios Teológicos (CHET) in a Christian newspaper. Javier arranged an appointment with Dr. Jorge Taylor, who was CHET’s first president. Dr. Taylor reassured us that CHET encouraged both women and men to prepare for ministerial vocations. He invited us to begin our studies there and to participate in the life of the church at Primera Iglesia del Pacto (First Covenant Church) in Bell Gardens, California.

We became members of the church, and together we graduated from CHET in 1994. I was 24. Javier was 26, and we were ready to go into ministry and start pastoring a church, but we were so young. We served the congregation for a few years before we decided to work in short-term missions to gain experience. We initially wanted to go back to Mexico, but we were unable to raise the funds. Through a connection with Confraternidad de Iglesias del Pacto Evangélico (CIPE) and Nancy Reed, who was leading missions in Latin America for the Covenant at the time, we ended up going to Argentina to plant a church.

After we had been there for three years, Dr. Jorge Maldonado, who was the new president of CHET, invited us to continue with our studies at North Park Theological Seminary. Upon completing our degrees, we were called to Monticello, Minnesota, to work with a new Spanish-speaking church plant.

We had been in Minnesota for seven years when my husband was called to be associate pastor at the Turlock Covenant Church in California. We were surprised to be invited to an English-speaking church. We always thought our ministry was going to be in Spanish, but in California, I was called to serve God in a new work. I began serving as a resident chaplain at Emanuel Hospital and had the opportunity to learn under the supervision of Rev. Robert Johnson.

I loved it—I had found my place. In our previous ministries, I was mostly following my husband’s calling. When I finally found chaplaincy, I knew this is what I want to do. I completed the required units for Clinical Pastoral Education (CPE) and began working as a hospice chaplain at Covenant Care Hospice under the direction of Covenant Retirement Communities (now Covenant Living Communities and Services). As a hospice chaplain, I was ordained by the Evangelical Covenant Church.

I have loved working with the elderly. They have so much to teach us. In Mexico, we respect our elders because they have so much wisdom. In this ministry, I am able to walk with people through different stages of life and bring support to them and their families right up to the end of life.

A few months ago, I became associate chaplain at Covenant Living at the Holmstad, in Batavia, Illinois. I am blessed to work alongside Rev. Mary Miller, who is the lead chaplain there. When I was a hospice chaplain, I didn’t do a lot of preaching. Here we have chapel every Sunday. When I feel uncertain about preaching because of my accent, she affirms me, saying, “Connie, you are you. Do what you are called to do.”

Serving in this role, I can see how God guided my steps along the way. God opened doors, making way for this beautiful career of service. I know I am not here by chance but by God’s choosing. And it is thanks to CHET that I am here at this time to fulfill God’s special purpose for this generation.

More About CHET

Centro Hispano de Estudios Teológicos (CHET), the Hispanic Center for Theological Studies, is the Covenant’s school dedicated to ministerial formation of Latino/students and leaders. Founded in 1989 with 14 students, CHET has now taught more than 8,000 students. On average, 50 percent are women. Students typically represent at least 17 Latin American countries and a similar number of denominations and independent churches. More than 90 percent of students are leaders in their local churches, already engaged in ministry. CHET graduates serve in a wide variety of callings including church planting throughout the Covenant, pastoring Spanish-language congregations, and serving in denominational leadership roles.

Since its beginnings, CHET’s ministry among Spanish-speaking peoples in the US has grown significantly in the Covenant. From a handful of congregations at the time of its beginning, there are now 76 Spanish-speaking Evangelical Covenant Church congregations.

For more information go to chet.org.

Picture of Connie Carillo

Connie Carillo

Connie Carillo is an ordained Covenant minister serving as associate chaplain at Covenant Living at the Holmstad in Batavia, Illinois. She is also interim chair of CHET’s Board of Directors.

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